LA AVIACIÓN CIVIL EN LA BATALLA AÉREA DE MALVINAS
Un ejemplo de integración nacional para la defensa de la Patria.
* Por el VG Emilio Ducca y el Comodoro (R) Oscar L. Aranda Durañona.
Entre las innumerables circunstancias especiales y actos heroicos inscritos en la historia de la gesta de Malvinas se destaca, por méritos propios, la participación de la aviación civil argentina en las operaciones aéreas.
Las Empresas Aerocomerciales
Luego del 2 de abril, cuando la Junta Militar ordenó reforzar la guarnición militar de las islas, fue necesario prever el traslado de personal y abastecimientos. Si bien el transporte marítimo era el modo aconsejado, por volumen y costos operacionales, la imposición de una zona de exclusión total, anunciada por el Reino Unido a partir del 12, obligó a la aviación argentina a organizar un Puente Aéreo, tanto para abastecer las bases patagónicas como las islas.
La envergadura de la operación demandó la contratación de empresas aerocomerciales. Aerolíneas Argentinas participó con dos Boeing 707 en los vuelos a la Patagonia y con dos 737 a las islas, mientras que Austral puso a disposición el BAC 1-11 LV-OAX. Estos aviones volaron hasta el 29 de abril, cuando la Base Aérea Militar Malvinas tuvo su primera “alerta roja”. A partir de allí, la responsabilidad del transporte aéreo hasta las islas fue, exclusivamente, de la aviación militar. Terminada la guerra, las aeronaves comerciales intervinieron en el repliegue hasta el 29 de junio. Del total de 8.020 horas de vuelo que absorbió el Puente Aéreo en general, Aerolíneas Argentinas voló 1.004 y Austral 141.
Sesenta y nueve civiles, entre pilotos, técnicos de vuelo navegadores y comisarios de a bordo participaron, junto a los hombres de la Fuerza Aérea y la Aviación Naval, en una operación militar conjunta sin precedentes en nuestra historia, que exigió la entrega desinteresada de sus protagonistas. Como ejemplo, puede mencionarse que el 25 de abril se realizaron 34 vuelos entre Comodoro Rivadavia y Puerto Argentino; de ellos, 8 fueron con aeronaves civiles. En aquellos días de abril del 82, cuando la bandera celeste y blanca ondeaba en la Torre de Vuelo del aeródromo de Puerto Argentino, no era extraño observar a aviones Hercules y Fokker F-28 militares descargando abastecimientos en la plataforma y, por falta de espacio, a un Boeing 737 o BAC 1-11 desembarcando pasajeros en la pista. Por eso, la historia del Puente Aéreo a Malvinas no está completa si se omite a la aviación comercial Argentina.
El Escuadrón Fénix
La actuación del Escuadrón Fénix, compuesto por personal y aviones no militares, en la Batalla Aérea de las Islas Malvinas constituye una de las experiencias que más han trascendido a la comunidad. Su origen se remonta, en nuestro país, a 1978. En ese año, durante la movilización realizada por el conflicto limítrofe con Chile, el Comando de Operaciones Aéreas empleó algunas aeronaves de uso civil en vuelos de transporte y de exploración y reconocimiento de la frontera.
En 1982, los hombres convocados para recrear esta unidad se auto bautizaron Fénix. La idea les nació al considerar lo efímero de su existencia. Desaparecerían en tiempos de paz y cobrarían vida, nuevamente, cuando la defensa de la nación lo requiriese.
Entre el 28, 29 y 30 de abril de 1982, el Escuadrón Fénix quedó conformado y desplegó en las bases de la Fuerza Aérea Sur treinta y cinco aeronaves pertenecientes a empresas privadas, estatales e instituciones como la Policía Federal Argentina. Los pilotos civiles fueron incorporados con el grado de alférez. Entre ellos vale la pena recordar a Jimmy Harvey, nacido británico, que el 1° de mayo, con el Lear Jet 24, LV-JTZ, de la empresa Orue S.A., integró la primera escuadrilla de aviones civiles y militares y cumplió la primera misión de diversión, llegando hasta setenta millas náuticas al noroeste del Estrecho de San Carlos.
Los aviones del Fénix cumplieron decenas de misiones de exploración y reconocimiento cercano pero sus mayores éxitos los consiguieron en las tareas de diversión, es decir, aparentando ser aviones de combate para ser detectados por los radares enemigos y provocar el despegue de los interceptores, desgastándolos o alejándolos de la ruta de las escuadrillas de ataque. Asimismo, aprovechando el moderno equipamiento electrónico de navegación, los jets ejecutivos fueron utilizados como guías de las aeronaves de combate, como aviones retransmisores y de control aéreo adelantado.
Luego del 1° de mayo, la presión británica dificultó el cruce de los Hercules que debían abastecer la guarnición militar de las islas. El 6 de mayo, un C-130 logró romper el bloqueo. En esta hazaña fue acompañado por dos aviones del Fénix que efectuaron un vuelo de diversión para permitir el arribo a Puerto Argentino.
En la noche del 8 de mayo, la Base Aérea Militar Malvinas se encontraba asediada por fuego naval. El comando de la Fuerza Aérea Sur ordenó despegar aviones del Fénix para simular un ataque. Dos Lear Jet partieron en la madrugada rumbo a las islas. El engaño dio resultado, las naves suspendieron el cañoneo y el Centro de Información y Control (CIC) Malvinas detectó el despegue de una Patrulla Aérea de Combate (PAC).
Al día siguiente, durante una misión similar realizada en condiciones diurnas, los aviones del Fénix apresuraron el regreso alertados por el CIC Malvinas de que dos Harrier salían a interceptarlos. La persecución se prolongó por treinta millas hasta que los cazas regresaron al portaaviones. Horas después, dos secciones de Lear Jet, fueron atacadas con misiles antiaéreos. Ambas formaciones lograron esquivarlos con bruscas maniobras evasivas y regresaron al continente.
El 1° de junio, luego del derribo de un Hercules C-130, un avión del Fénix recorrió la zona en tareas de búsqueda y rescate hasta que fue informado por el CIC Malvinas de la presencia de una PAC de Harrier que se dirigía a interceptarlo y debió regresar apresuradamente al continente.
No obstante su condición de aviones de uso civil y desarmados, el Escuadrón Fénix tuvo sus bajas. El día 7 de junio, durante una misión de reconocimiento fotográfico, el Lear Jet T-24, fue derribado al sobrevolar la isla de Borbón. En ese episodio falleció el Jefe del Escuadrón, Vicecomodoro Rodolfo de la Colina – el oficial de mayor jerarquía de la Fuerza Aérea Argentina en Malvinas muerto en combate. Junto a él, falleció el resto de la tripulación: Mayor Juan Falconier, Capitán Marcelo Lotufo, Suboficial Ayudante Francisco Luna y el Suboficial Auxiliar Guido Marizza.
Entre los aviones del Fénix se encontraban el Hawker Siddeley HS-125 de la empresa YPF; Lear Jets 24, 25 y 35 de empresas tales como Loma Negra, DAHM Automotores, Editorial Sarmiento, Terrabusi S.A., Banco de Italia y Río de la Plata, Banco de Intercambio, Bunge y Born, Aeromaster y la ya mencionada Orué S.A. También, un Cessna Citation C-500, un Mitsubishi MU 2/60, un Metro Merlin III, un Turbocomander, un Aerostar 600 y algunos helicópteros. A estas aeronaves deben sumarse la mayoría de los Lear Jet de la Fuerza Aérea.
Los tripulantes y aviones del Escuadrón Fénix enseñaron, en aquellos días de 1982, la estrecha colaboración que debe existir entre civiles y militares, especialmente, cuando se juega la seguridad y defensa de la patria.
- Los Integrantes del Escuadrón Fénix son socios activos de nuestra entidad.
- Fuentes: Archivo Dirección de Estudios Históricos. Puente Aéreo a Malvinas – Palazzi, Rubén – Ediciones Aeroespacio – 1.997.
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